Más allá del éxito sin precedentes que ha cosechado y de la innegable evolución que su apertura supuso para Bilbao, los 25 años de vida del Museo Guggenheim también han sido tiempo más que suficiente para cultivar numerosos secretos entre sus curvas de titanio.
Prueba fehaciente de que es cierto eso que dicen de que los edificios están vivos, el más que acuñado emblema de la Villa se ha ido transformando con el paso del tiempo. Dicho estado permanente de cambio lo ha convertido en el protagonista de incontables historias.
Y, si bien es cierto que todo bilbaíno conoce a fondo la trayectoria y la riqueza cultural del espacio museístico más famoso de Euskadi, cuando se trata de un edificio de tal envergadura siempre hay curiosidades susceptibles de pasar desapercibidas. Para ponerle remedio o, en su defecto, refrescar tu memoria, te traemos una lista con 11 secretos y curiosidades sobre el museo que cambió Bilbao con el ánimo de que conozcas la historia del Guggenheim desde otro ángulo.
Un proyecto cuestionado
La mayoría de la gente coincide en que el Guggenheim fue el motor de cambio que hizo de Bilbao la ciudad que conocemos hoy, así que cuesta imaginar que en sus inicios fuera un proyecto tan cuestionado. Aunque ahora compensado con creces, la inversión que el museo le supuso al Gobierno cuando este se edificó hizo que su acogida no fuera tan cálida como ahora cabría esperar.
De hecho, «lata de sardinas» es solo uno de los múltiples calificativos que se usaron para describir la obra de Gehry. Artistas como el escultor guipuzkoano Jorge Oteiza, que describió al Guggenheim como una «fábrica de quesos», llegaron incluso a negarse a exponer sus obras en la pinacoteca. No obstante, igual que él, los bilbaínos no tardaron en hacer las paces con el museo.
El monstruo de titanio que pudo ser de acero
La fachada del Guggenheim, hoy caracterizada por sus alrededor de 33.000 planchas de titanio, estuvieron cerca de tener un aspecto muy diferente al actual. La intención del arquitecto canadiense que hizo realidad el emblema bilbaíno era utilizar acero. No obstante, los tonos dorados del material que hoy perfila las curvas del museo enamoraron a Frank Gehry y acabó decantándose por hacer su monstruo arquitectónico de titanio.
Trillizos
Aunque es más bien un secreto a voces, quizás no sepas que los Guggenheim son trillizos. El museo bilbaíno comparte nombre con otras dos pinacotecas que le precedieron: una en Venecia, construida en 1980, y otra en Nueva York, inaugurada en 1937. Además, esta hermandad museística de alcance internacional se expandirá próximamente. Abu Dhabi es el próximo destino de la fundación Guggenheim, donde se estima que abrirá un nuevo museo en 2025.
La adopción de Puppy
Bilbao puede presumir, además de muchas otras cosas, de tener al cachorro de West Highland White Terrier más famoso del mundo. Puppy no es solo la mascota del Guggenheim, sino la de toda la Villa, así que puede resultar inimaginable que hubo un tiempo en el que pudo no serlo.
Sus 12 metros de alto y 16 toneladas de peso tuvieron que recorrer miles de kilómetros antes de asentarse en las inmediaciones del museo. La escultura floral de Jeff Koons estuvo expuesta previamente en el Museo de Arte Contemporáneo de Sidney, en Australia, por lo que ya tenía 5 años de vida cuando se produjo su adopción. Pero no te preocupes, el guardián del Guggenheim parece haber echado raíces y no se ha vuelto a mover desde entonces.
La historia de Mamá
No podía permitirse que un cachorro custodiase el museo en solitario, así que el Guggenheim cuenta con otra mascota igual de peculiar: una araña de 9 metros obra de Louise Bourgeois. Aunque puede que su apariencia sea menos amable que la de Puppy, la historia que esconde la creación de esta escultura es verdaderamente conmovedora.
El fallecimiento de la madre de la artista cuando esta tenía 21 años la empujó a dejar las matemáticas para dedicarse en cuerpo y alma al arte. Para honrar su recuerdo y la decisión que tomó tras su muerte, creó esta araña, inteligente, reflexiva, entregada y tejedora como su madre. Así lo confirma con el nombre que le dio: Mamá (del francés Maman).
Una obra de peso
Es indudable que Richard Serra es un artista de peso, pero en esta ocasión la expresión se refiere a su obra en el sentido más literal. Y es que La materia del tiempo, una de las piezas más conocidas de la colección permanente del Guggenheim, pesa en torno a 5 toneladas. De hecho, aunque la escultura da una sensación de movimiento constante, requiere de una columna especial de refuerzo ajena a la estructura propia del museo para que el suelo aguante su peso.
La exposición más visitada
El Museo Guggenheim Bilbao acogió la que a día de hoy sigue siendo su exposición más visitada apenas dos años después de su inauguración. Un hecho que prueba que el espacio museístico constituyó un motor de cambio para la ciudad desde sus inicios. En torno a 870.000 personas visitaron en ese momento Motorcycles.
La muestra llegó a Bilbao tras batir récords previamente en la gran manzana neoyorquina. Consagrada al arte de la motocicleta, constituía un recorrido por la historia de este vehículo por el que los visitantes podían circular en orden cronológico.
Le sigue de cerca la exposición dedicada a las sombras de Andy Warhol, que sumó más de 820.000 visitas en sus siete meses de duración. Entre los éxitos más recientes del museo está Motion. Autos, Art, Architecture, la exhibición automovilística organizada en colaboración con la Norman Foster Foundation que contribuyó a hacer del verano del 2022 uno de récord.
Un museo con estrella Michelin
Comer en un museo ya es una experiencia en sí misma, pero en el caso del Guggenheim lo es por partida doble. Y es que el restaurante que alberga el edificio de Gehry está reconocido con una estrella Michelin. La apuesta del chef Josean Alija, capitán de Nerua, por productos del entorno y de temporada le ha valido este y otros galardones de prestigio del sector gastronómico, entre ellos 3 Soles Repsol.
Además, si la alta cocina no entra en tu presupuesto, en el Guggenheim también tienes la oportunidad de comer en uno de los restaurantes más bonitos de Bilbao: Bistró. La magia del hermano pequeño de Nerua reside en la combinación entre la esencia vanguardista del museo, que se extiende en su interior, y unas vistas privilegiadas de la ría bilbaína.
Un museo de película
Bilbao ha sido escenario de películas y series en incontables ocasiones y, en la mayoría de ellas, el Guggenheim acaba teniendo un papel protagonista. El caso más sonado es el de El mundo nunca es suficiente, el largometraje en el que James Bond hace de las suyas ante la mirada vigilante de Puppy.
Y más allá de su proyección en el cine internacional, el museo también cumple las expectativas en las producciones nacionales. La más reciente, La Vida Padre, la película protagonizada por Karra Elejalde de la que el Guggenheim actuó tanto como plató de rodaje como espacio de estreno.
Por tierra, aire y mar
Además de su colección permanente, en el Guggenheim se han ido sucediendo numerosas exposiciones temporales. Como aves migratorias, las obras de arte están en continuo movimiento entre unos y otros espacios museísticos de todo el globo y, dado su prestigio a nivel internacional, el Guggenheim es uno de ellos.
A la Villa llegan piezas de todo tipo de características y, aunque no mucha gente lo sabe, algunas de las más grandes tienen que transportarse por mar. Otras, en su defecto, tienen que llegar por la noche para que puedan desmontarse semáforos para permitir su paso.
En el caso de las obras que llegan en avión, el Guggenheim reafirma su compromiso con la sostenibilidad compartiendo con el transporte con otras instituciones para evitar embarques exclusivos. Sea por tierra, por aire o por mar, tras el tedioso proceso de transporte, en ocasiones las piezas necesitan de un periodo de adaptación e incluso cuidados de conservación.
Compromiso con la sostenibilidad
En mencionado compromiso de la fundación Guggenheim con la sostenibilidad y el cuidado del planeta se hizo una realidad más palpable en el año 2020. Fue entonces cuando se instaló en sus campañas gráficas exteriores un sistema de purificación de aire cuyo resultado es equiparable al efecto de los árboles.