El 21 de diciembre es uno de esos días que están marcados con una cruz en todos los calendarios de Euskadi. La fecha corresponde a Santo Tomás y, tras dos años cancelada con motivo de la pandemia, nuestra celebración más popular vuelve a las calles de Bilbao por todo lo alto y cargada de novedades. Un día que es sinónimo de música y de baserritarras y en el que la txistorra, el talo y la sidra son los manjares protagonistas. Pero ¿de dónde viene esta tradición?
Los orígenes de la feria de Santo Tomás
Para llegar al origen de la fiesta de Santo Tomás hay que remontarse a mediados del siglo XIX. En esa época, al final de cada año, los baserritarras de las afueras de Bilbao se desplazaban a la Villa para pagar la renta anual de los terrenos, fincas y caseríos que trabajaban a sus dueños. Con el fin de aprovechar ese viaje y sacar algo de beneficio, además del dinero, traían consigo sus propios productos para su venta y trueque.
Poco a poco se fueron asentando para ello en los soportales de la plaza Nueva, donde se daban cita con los vecinos de la Villa. Esta costumbre se fue materializando como feria a principios del siglo XX y, a partir de 1947, el evento es organizado cada año por la Fundación BBK.
Así se fue gestando progresivamente una feria de productos agrícolas que, con el tiempo y bajo el nombre del santo de la jornada, Santo Tomás, se ha convertido en uno de los eventos más importantes de la agenda bilbaína. Cada año reúne a miles de vizcaínos que se juntan en el entorno de El Arenal con su familia o su cuadrilla para degustar productos típicos.
Txistorra y sidra: las protagonistas
Si hay una vertiente de la celebración de Santo Tomás que se ha mantenido como una tradición inamovible esa es la culinaria. Un pintxo o talo de txistorra junto a un buen vaso de sidra es, sin duda, la combinación ganadora.
Pocas veces tradición, necesidad y placer han estado tan unidas, ya que, al parecer, esta costumbre gastronómica guarda conexión con el imperativo de los baserritarras de saciar el hambre. Tras el viaje y una dura jornada de trabajo, nada mejor que un pintxo de txistorra para recuperar fuerzas. Y junto a este tradicional embutido, la bebida que históricamente ha sido su acompañante: la sidra.
Otra de las cosas que se han mantenido a lo largo de los años ha sido la oferta de productos artesanos y del campo que podemos encontrar en los diferentes puestos que se instalan en El Arenal. A esta tradición se le suma un ambiente festivo único que hace que la celebración se alargue hasta altas horas de la madrugada.