En la calle del Perro del Casco Viejo encontramos uno de los símbolos de la Villa, una de esas paradas que no pueden faltar en cualquier tour turístico por Bilbao que se precie. En ella nos esperan tres leones que nos invitan a beber agua de sus bocas, y eso solo puede significar una cosa, que estamos ante la denominada «fuente del perro», o txakurraren iturria.
Has leído bien, las figuras que decoran sus surtidores son leones, pero se llama la fuente del perro. Aquí debería comenzar una historia que explicase el origen del nombre de esta emblemática fuente, pero en realidad son dos las leyendas que tratan de justificarlo, así que os dejamos juzgar a vosotros.
La primera, y la más extendida, cuenta que esta fuente construida en el año 1800 se llama así porque la población bilbaína jamás había visto un león y, por lo tanto, no sabían qué era aquello ante lo que se encontraban. Debido a esta falta de información, y siguiendo la lógica, se determinó que los animales representados en las figuras eran perros, por lo que se bautizó como «la fuente del perro».
Se trata de una historia curiosa que triunfa entre bilbaínos y turistas, pero ¿qué hay de verdad en ella? Lo cierto es que cuesta creer que en aquella época la gente de la Villa no estuviese familiarizada con la apariencia de un león, ya que el animal estaba representado en innumerables escudos. Además, con esta historia la sabiduría de la población bilbaína queda en entredicho, ya que infiere que, además de no saber lo que era un león, tampoco sabía contar. Recordemos que son tres las figuras representadas, pero estamos ante «la fuente del perro».
Segunda leyenda, con bilbainada
La otra leyenda que podría explicar el origen de este peculiar nombre tiene como protagonistas, cómo no, a un león, a un bilbaíno y a una bilbainada. Según la historia, el dueño de una casa ubicada en la misma calle que la fuente decidió esculpir un león de piedra como guardián de su morada. Tras esta decisión, aunque no se sabe si para reírse de la ostentosidad del gesto o por lo mal que estaba esculpido, la ciudadanía empezó a llamarlo «el perro».
Esta burla cobró tal protagonismo que la calle adoptó ese mismo nombre (calle del Perro), nombre que posteriormente también se le daría a la fuente que esta alberga por su localización y la conexión con la historia. La realidad es que resulta prácticamente imposible situar el verdadero origen del título que hizo famosa a esta fuente neoclásica, pero siempre está bien abrir el abanico de opciones y mirar la historia desde un punto de vista diferente al que conocemos.