El origen de la misteriosa caseta que se encuentra sobre la ría de Bilbao
Una diminuta edificación con flores ubicada en el paseo Campo de Volantín
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Una diminuta edificación con flores ubicada en el paseo Campo de Volantín
Vivimos acelerados, con el piloto automático puesto, y como consecuencia de ello son muchos los lugares o detalles que pasamos por alto en nuestro día a día. Espacios que están ahí, pero a los que nuestra mente hace caso omiso hasta que abrimos los ojos. Algunos de estos pueden no tener mayor importancia o interés, pero otros, una vez descubiertos, llaman la atención y guardan una curiosa historia detrás.
Este último es el caso de la pequeña y misteriosa caseta que se encuentra sobre la ría de Bilbao. Una diminuta edificación que se encuentra a la altura del Hotel Hesperia y que es visible desde el Paseo de Uribitarte, a medio camino entre los puentes de Zubizuri y La Salve.
Una vez abiertos los ojos y descubierto este lugar, la curiosidad despierta. Sin embargo, y lejos de la fantasía e imaginación que pueda suscitar, la caseta no es la guarida de un duende. Tal y como informa Historias de Bilbao esta pequeña edificación guarda una estrecha relación con su ubicación. No en vano, se trata de la caseta de los boteros del antiguo gasolino de Uribitarte.
Actualmente es un servicio que está en desuso debido a los numerosos puentes que cruzan Bilbao, pero lo cierto es que Villa no siempre fue así. En el pasado no había tantas conexiones, y para suplir este problema existían varios botes que ofrecían cruzar de una orilla a la otra.
Esta curiosa caseta guarda, además de su historia, una misteriosa continuidad hasta nuestros días. Las flores que cuelgan de sus ventas están, tal y como se puede apreciar, cuidadas y en perfecto estado, pero ni la autoridad portuaria ni el Ayuntamiento de Bilbao se encarga oficialmente de esta tarea.
Si bien ahora sabemos algo más sobre ella, el enigma de esta caseta sigue vivo. La ubicación de este lugar hace difícil cambiar las flores, lo que nos lleva a pensar que se realiza en barca y solo con marea alta. ¿Podría ser algún familiar de un antiguo botero? Podría, pero quizás sea un empleado municipal. Quién sabe.
Sea como sea, lo cierto es que las flores no solo le otorgan mayor belleza a la caseta, sino que mantienen encendida una llama del misterio que, al parecer, es inherente a ella. Abre los ojos, que la incógnita aún no se ha resuelto.