Si algo tienen en común el Athletic y el Guggenheim es que ambos han traspasado fronteras. Mientras su imagen y fama han llevado el nombre de Bilbao a rincones de todo el mundo, otro referente de la casa no sale de nuestro territorio.
Es el caso de uno de los manjares más tradicional y exquisitos de la Villa, la Carolina. Estamos ante el que es, con respeto del bollo de mantequilla y del pastel de arroz, el dulce bilbaíno por excelencia.
La Carolina es el clásico producto que echamos de menos cuando estamos fuera, una delicia única que nace y muere en Bizkaia.
Una sorpresa de padre a hija
La leyenda cuenta que este dulce botxero nació hace más de un siglo de la mano, y nunca mejor dicho, de un pastelero de Bilbao. Nuestro protagonista quiso sorprender a su hija por su cumpleaños con un postre especial, y lo hizo.
La creación debía ser visualmente atractiva, fácil de comer para que no se manchase, y debía tener como ingrediente principal el dulce favorita de la niña: el merengue.
Con este objetivo, el padre y pastelero se puso manos a la obra. ¿El resultado? Un dulce con espuma de merengue sobre una fina base de hojaldre rellena con crema pastelera. La guinda a esta creación llegaba en forma de lámina de huevo por un lado y chocolate por el otro.
Un colorido e innovador dulce que lo empezaron a vender bajo el nombre de, cómo no, su hija Carolina.
Un icono de Bilbao
Desde entonces, las Carolinas han pasado a ser parte indispensable de todas las pastelerías de la Villa. Un dulce que ha sobrepasado lo meramente culinario convirtiéndose en todo un icono de Bilbao.
Lo más cómodo para probarla y asegurarte de su calidad es acercarse a alguna de las pastelerías más míticas de Bilbao (Don Manuel, Martina Zuricalday o Arrese), pero también puedes animarte a a elaborarla en casa (con esta receta, por ejemplo).
La cuestión, al fin y al cabo, es comer y deleitarse con esta delicia, pero cuidado, que la leyenda también cuenta que la forma se hizo a propósito para poder ser estampada en la cara mientras se comía. Verdad o no, lo cierto es que es algo bastante común, así que ¡ojos abiertos y a disfrutar!
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