“Es posible que en no muchos días se pueda reducir el uso de la mascarilla en exteriores”. Estas fueron las palabras concretas de Fernando Simón, el director del centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, tras ser preguntado ayer por el momento en que los españoles podrían prescindir de la mascarilla.
Esa fórmula –“no muchos días”– no tiene una respuesta concreta, pero se relaciona con el estado epidemiológico de cada región y Simón prevé que ese momento llegue cuando la incidencia acumulada se sitúe por debajo de 150 casos por cada 100.000 habitantes.
En cualquier caso, esta cifra permitiría relajar el uso de la mascarilla en unos contextos determinados. Como, por ejemplo, los espacios abiertos. Para los interiores todavía habría que esperar.
Otra buena forma de aproximarse a la pregunta planteada en el titular es la de mirar qué han hecho o están haciendo otros países con índices de vacunación más elevados. En el caso de Estados Unidos, las recomendaciones federales apuntan a que no es necesario llevarla en espacios abiertos y algunos contextos propician que no se tenga por qué llevar en interiores. En Israel, por otro lado, es prescindible en espacios abiertos e incluso en aulas.
El abandono de las mascarillas, en cualquier caso, será progresivo y dependerá del avance de la vacunación. Es por ello por lo que la consejera de Salud del Gobierno Vasco, Gotzone Sagardui, ya ha mencionado que este tipo de relajaciones llegarán «cuando gran parte de la población esté inmunizada, y aún no lo está».
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