Ante un escenario de incertidumbre para las mujeres embarazadas, estas son las respuestas que aporta el Ministerio de Sanidad en su guía.
Por el momento no existen muchos datos científicos que avalen que las mujeres embarazadas o durante el puerperio tengan un riesgo más elevado que el resto de la población de presentar síntomas graves de Covid-19, de sufrir complicaciones o de comprometer al feto para contraerlo. Tampoco disponemos de información suficiente sobre los efectos concretos que el nuevo SARS-CoV-2 tienen en ellas.
No obstante, el Ministerio de Sanidad ha publicado un protocolo específico para mujeres embarazadas ante el coronavirus. El documento, elaborado en conjunto por varias sociedades científicas en contacto directo con la OMS, arroja algo de luz sobre estas cuestiones. Asimismo, se han tenido en cuenta dos estudios realizados en Wuhan.
¿Las embarazadas son grupo de riesgo?
No se pueden considerar grupo de riesgo a las mujeres embarazadas, sin embargo hay constancia científica de que en cierta etapa de la gestación se presentan cambios inmunológicos y fisiológicos que pueden hacer a la mujer más susceptible ante este tipo de infecciones víricas o de que existan complicaciones.
El documento facilitado por el Ministerio de Sanidad señala que «las embarazadas no son más susceptibles de infectarse por coronavirus, pero tienen un alto riesgo de desarrollar complicaciones obstétricas«.
«Algo que ocurre no solo con este virus, sino de forma general con todas las afecciones respiratorias, especialmente durante el tercer trimestre, cuando sufren más cambios inmunitarios», aclara Ana Gonce, médica del servicio materno-fetal del Hospital Clínic de Barcelona.
Sanidad insiste en extremar las precauciones igual que para el resto de la población.
¿Qué hacer si una embarazada tiene síntomas?
El protocolo lo aclara así: «Las pacientes que se identifiquen como casos posibles deberán separarse de otros pacientes, se les pondrá una mascarilla quirúrgica (si no la llevaran puesta ya) y serán conducidas de forma inmediata a una zona de aislamiento«. Cuando se hayan realizado todas las pruebas pertinentes, el personal sanitario decidirá si permanece ingresada o en aislamiento domiciliario. Eso sí, «siempre que sea posible y seguro, y la situación clínica de la mujer sea buena».
¿Y los protocolos rutinarios del embarazo?
En estas circunstancias el documento detalla que «se deberá avisar al centro correspondiente antes de acudir a las citas programadas, y deberá evitar ir a urgencias si no es estrictamente necesario». En este último caso también se debe avisar al centro y comunicar el síntoma que presenta la madre. Así, el personal evaluará si debe personarse o esperar atención médica en su domicilio.
Las recomendaciones de algunos expertos van en la línea de mantener la cuarentena y contactar con el personal sanitario a través de los teléfonos habilitados.
Desde la FAME (Federación de Asociaciones de Matronas en España), parte implicada en la elaboración del protocolo, son muy claros y piden que «las embarazadas sospechosas de contagio acudan siempre que puedan al hospital, especialmente si están en el tercer trimestre, sobre todo para valorar el bienestar fetal».
¿Se puede transmitir al feto? ¿Cómo?
Respecto a la transmisión vertical (que el virus pase de la madre al feto), las investigaciones apuntan que las madres gestantes enfermas de COVID-19 no transmiten el virus al feto, así como tampoco a través de la leche materna. Según el informe, de una muestra con 18 embarazadas que permanecieron bajo seguimiento en China no se reportó ningún caso grave.
En cuanto a la transmisión horizontal (por gotas o por contacto), el riesgo es igual que en la población en general.
En cualquier caso, no existen evidencias suficientes para confirmar que no sean necesarios protocolos más específicos en el futuro.
¿Y el parto?
Sanidad explica en su documento que «la decisión de realizar un parto por vía vaginal o de una cesárea debe ser evaluada teniendo en cuenta, en primer lugar el criterio obstétrico, si el estado de salud de la madre no permitiera un parto vaginal y, en segundo lugar, el principio de precaución y de protección para el personal que la asiste».
La presidenta de FAME aclara que «la recomendación general es el parto vaginal mejor que la cesárea».
Por otra parte, no se ha comprobado que el COVID-19 aumente la probabilidad de sufrir un parto prematuro, a diferencia del SARS-CoV y MERS-CoV. No obstante, desde el Ministerio señalan que «la infección perinatal sí puede tener efectos adversos».
Asimismo, el protocolo determina que el recién nacido de una madre infectada deberá ingresarse en aislamiento y monitorizado para controlar su evolución.
Piel con piel
«En madres sintomáticas con infección confirmada o probable el recién nacido deberá ser ingresado aislado y separado de su madre. La duración de las medidas de aislamiento y separación madre-hijo se deberán analizar de forma individual en relación con los resultados virológicos del niño y de la madre y según las recomendaciones del equipo de medicina preventiva del hospital».
El riesgo de que el virus se transmita al bebé no está en la lactancia, sino en el contacto directo entre ambos. Para ello, explican desde la FAME «se tomarán en este caso las medidas de precaución adecuadas en todas las mujeres embarazadas, especialmente si han dado positivo». En concreto, estas medidas van «desde el lavado de manos antes y después de coger al bebé, a la utilización de mascarilla o la esterilización el sacaleches si se utiliza…», añade Jessica Vázquez, matrona del Hospital Valle del Nalón, en Asturias.
En cualquier caso, lo ideal es que el contacto siga existiendo. Tal y como aporta la doctora Simón, la piel con piel «ha demostrado tener muchos beneficios tanto para la madre como para el bebé».
Qué ocurre con la lactancia
La lactancia es uno de los temas que más preguntas han generado entre investigadores y afectadas. El protocolo de Sanidad recoge que no existen datos en firme sobre el amamantamiento en el caso de mujeres infectadas. Por ello, se acoge a las recomendaciones que establece la OMS.
La OMS sostiene que hay que mantener la lactancia «tanto para casos de madres confirmadas (en COVID-19) como probables infectadas, siempre y cuando se mantengan medidas para la prevención de infección por microorganismos transmitidos por contacto». Entre sus múltiples beneficios la leche materna transmita anticuerpos al bebé frente al virus.
En cualquier caso, el ministerio establece que «la decisión final sobre el tipo de alimentación del recién nacido deberá consensuarse entre la paciente y el equipo tratante, en base a los conocimientos científicos de cada momento y el estado de salud de la madre y el recién nacido».
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