La minería fue, durante décadas, una actividad totalmente masculinizada. La inmensa mayoría del sector estaba copado por hombres, y Bizkaia no era una excepción. En las minas de nuestro territorio, sin embargo, también había mujeres, ellas eran las «morrocotudas».
Encargadas principalmente de lavar minerales, estas mujeres realizaban largas jornadas laborales bajo condiciones deplorables para recibir, como remuneración, la mitad del salario de los hombres.
Las «morrocotudas» trabajaban en las minas de Bizkaia durante 12 largas horas. Lo hacían de pie, sin calzado y con constante agua fría que utilizaban para poder empeñar su labor principal: limpiar el mineral y quitarle el barro o las piedras que este pudiera tener.
A pesar de esta lamentable situación laboral, la cual pasó factura física y mental a muchas de las «morrocotudas», su inclusión en un mundo hasta entonces totalmente masculinizado marcó un antes y un después. Estas mujeres no solo fueron fundamentales en la minería, sino que también hicieron lo propio en el cambio de paradigma de la historia.
En absoluta desestima
El desprecio y la superioridad hacia la mujer era total en el sector minero, y los libros de jornales de la época son un claro ejemplo de ello. Los diferentes puestos laborales que existían en esos registros eran «capataz», «peón», «pinche» y otra categoría denominada “mujer”.
La necesidad hizo que las «morrocotudas» aceptasen condiciones deplorables por una miseria de sueldo, pero a pesar de esta absoluta desestima, su labor fue fundamental en la minería vizcaína y el devenir de la mujer en el sector laboral.
Al igual que sucedía con las sirgueras, las morrocotudas no solo demostraron que eran luchadoras, sino que también estaban preparadas para romper estereotipos. Unas en la mina y otras en la ría, pero todas realizaron una dura labor que ayudó en ese necesario camino hacia la justicia y la igualdad que aún a día de hoy debemos recorrer.
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